mayo 21, 2006

 

"Por qué un beso como él que me diste, nunca me habían dado..."

"Así", canción de Maria Grever

Luego de una tarde fastidiosa me dio por ponerme romántico y coloqué un DVD. “Cinema Paradiso”. La volví a disfrutar y, debo confesar, aún me encanta los últimos minutos de esa maravilla. No lo pude evitar, he estado meditando sobre los besos.

“Correrá lava por tus venas. Te quedaras sin respiración. Gemirás y te desmayarás porque la sangre huirá de tu cabeza y correrá desbocada por todas las venas de tu cuerpo. Entonces serás incapaz de pensar o razonar” así lo describió el norteamericano John Morris, allá por el año 1936, al beso. Y mucha tinta ha corrido desde que el mundo es mundo.

Un beso tipo película, un beso bien dado, si nos vamos a lo meramente biológico, entre dos personas que tengan buena química sexual y sientan ese escalofrío que algunos llaman amor. Puede definirse cómo lo hizo al señor Morris?

No puedo negar que cuando existe una comunión mental y la suficiente atracción física en los que besan, la química corporal se vuelve loca, el efecto es tan abrumador y de pronóstico reservado.

Durante el beso de alta intensidad aumentan los niveles de dopamina (sustancia asociada con la sensación de bienestar) y testosterona (hormona asociada al deseo sexual), las suprarrenales segregan adrenalina y noradrenalina, que aumentan la presión arterial y la frecuencia cardiaca. Para completarla la glándula pituitaria libera oxitocina, maravillosa hormona que, además de hacernos prácticamente volar, dicen que le debemos la perpetuación de nuestra especie. Todo ello hace tener una experiencia por lo menos turbadora y que algunos prefieren al acto sexual.

El problema radica en que ahora, en nuestra época de relaciones tipo “aquí te pillo y aquí te mato”, el beso ha llegado a ser un mero precalentamiento para un sexo rápido, y no se le dedica la atención y el cuidado que algo, con tantas hormonas implicadas, se merece.

Ahora, como hacer para disfrutar un beso, beso. Según lo leído sobre el tema, existen cinco premisas para un beso estremecedor. Ya ustedes saben que los norteamericanos clasifican, categorizar y rotulan todo.

1.- Se ha de tener a mano a la persona adecuada, ya saben una cierta comunión tanto física como mental.
2.- Estar en un lugar propicio, preferiblemente privado y silencioso. Premisa no limitante, dado el caso.
3.- Estar en el momento oportuno. Casi nunca se sabe cual es, de allí su magia.
4.- Ir despacio, detalle importante y en dónde aquí radica el gran problema de nuestra época, y empezar con suavidad. Establecer en primer lugar contacto visual con la pareja, pues son los ojos lo que nos proporcionan la suficiente información acerca del cómo se siente nuestra victima del momento. Si nuestros ojos no se encuentran, es ineludible aviso de retirada.
5.- Inclinarse hasta que sus labios y los de su pareja se toque suavemente. Luego, déjese llevar, siempre teniendo en cuenta las sensaciones del otro. Después de todo, el arte de besar es algo que se debe saborearse, no aprenderse.

Una amiga me dijo, hace algún tiempo, que los hombres no sabemos besar. Que un beso de hombre es completamente distinto a un beso de mujer. He tenido a oportunidad en tener ambas experiencias y debo confirmar que en efecto, Karina tiene razón.

Los hombres no sabemos besar, o por lo menos tenemos otras necesidades muy distintas a las de la mujer en cuestiones de besos. Bueno, esa ha sido mi conclusión, mi experiencia y con ello no pretendo dictar cátedra.

La mayoría de nosotros, los hombres, somos demasiado agresivos, ásperos, precipitados e incultos al besar. Me explico, pasamos por alto las cuatro P importantísimas para las mujeres y, también, para algunos hombres: paciencia, pasión, parsimonia y presión adecuada, por lo que dejamos pasar gran parte del disfrute de esa maravillosa experiencia. Vamos directo a meter, sin piedad alguna, nuestra lengua hasta lo más recóndito y, sin previo aviso, nos lanzamos con demasiada rapidez. Los auténticos expertos son más sofisticados, y procuran no distraer la atención de su pareja o dar, bruscamente, la impresión de que el beso es una formalidad para llegar a algo más. Otros pecados, que comentemos los hombres, es tener un aliento de perro moribundo y, desde el principio, simultanear el beso con otras maniobras de excitación demasiado bruscas.

El beso entre hombres es una especie de lucha a ver quien devora mas rápido, no es nada sutil. Es pasión desbocada, es ir al grano y sin perdida de tiempo. El beso entre mujeres puede existir esa misma lucha, pero con un toque de poesía, si se me permite el comentario.

Visto lo visto, hay que reconocer que un poco torpes sí somos para seguir necesitando tanto consejo sobre tan antigua actividad.

“El sonido de un beso no es tan fuerte como el de un cañón, pero su eco perdura mucho más tiempo.” Olivier Wendell Homes.

Una pregunta para terminar y espero sus respuestas con absoluta honestidad: Cómo besas o cómo te gusta ser besado?

NOTA:
Saldo la deuda con Naky Soto
http://www.zaperoqueando.blogspot.com/

mayo 02, 2006

 

Y si nos encontramos con ella


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