marzo 26, 2006

 

Conociendo, un poco más, a nuestro más hermoso enemigo.




La mujer, ese ser tan distante y cercano a nosotros los hombres. Quizá nuestra envidia primigenia desde que el mundo es mundo. El don de poder dar vida, dejar que de ella nazca un nuevo ser, amamantar…

De allí nace su grandeza, de allí nace su esclavitud, quizás por ello la hemos condenado sin previo juicio. La historia la escriben los vencedores, los fuertes (?), los hombres…, y ya vemos que historia de pacotilla tenemos. Qué distinta sería si la historia la hubiera escrito las mujeres, sólo ellas sabe lo que sufre una madre al enviar un hijo a una guerra, por ejemplo. Debe ser que muchos hombres hemos nacido sin madres, eso explicaría muchas cosas. Otra también sería la historia si la hubiéramos escrito mano a mano, ellas y nosotros, como debería haber sido desde el principio del principio.

La mujer por muchos años y, lamentablemente aún hoy, en muchos lugares fue criada y educada para “servir, complacer y estar dispuesta a los únicos deseos de su macho o machos”, dejando de lado su satisfacción emocional, física, intelectual. La mujer utilizada como hembra era un objeto más para el hombre, era un recipiente de espermas.


La regla siempre está para ser rota en algún momento, han existido mujeres que no han jugado ese papel, pero la mayoría –entre esa mayoría muchas mujeres también, lamentablemente- sofocan ese fuego y vuelven a la norma. Así somos los seres humanos.

Pero no pretendo ponerme trágico, ni tampoco meterme con la Santísima y sus otras copias, creadas por –adivinen- por los hombres. Hoy quiero cantar, con mi terrible voz desafinada, al cuerpo femenino.

Últimamente, y gracias a las luchas femeninas, tanto hombres como mujeres han comenzado a tomar conciencia de que la mujer es también parte fundamental de una pareja.

Bajo su maravillosa sabiduría, los antiguos maestro chinos se guiaban por la doctrina del Tao del amor, donde lo más importante era buscar el equilibrio, la armonía con el entorno, y dicho equilibrio, armonía, era conseguido a través de las relaciones sexuales. Los maestros del Tao señalaban que la relación tenía que ser satisfactoria para ambos miembros de la pareja –uso la palabra pareja-, ya que así podría lograr una mejor salud física, mental y espiritual, también propiciaba que las personas vivieran más años y su vida sexual se prolongara casi hasta el mismo momento de la muerte.

El Tao consiste en lograr la máxima y completa satisfacción de la mujer, evitando la perdida de Chin (semen), el hombre tenía que evitar eyacular en todos sus encuentros sexuales, esto lo hacía mejor amante y sobre todo no perdía energía, lo cual le ayudaba a llegar a la longevidad y estar en equilibrio con su entorno.

Lamentablemente las cosas en el mundo occidental distan mucho de parecerse a las ideas de la antigua China. Cómo se le explica a nuestro macho occidental lo no derramar su preciado elixir sobre los pétalos de esa flor que le espera –según él- con locura y que es su única razón se ser y existir. Cómo enseñarle que la mujer no es un hueco esperando ser llenado por él y su asta. Presta ésta siempre –su asta- para muchas, pero muchas, banderas. Pero la vida es justa, también existen hombres que han aprendido a ser a dar y darse.

Las mujeres han sido mucho más inteligentes que nosotros y encerradas en su papel descubrieron, antes que el hombre, sus cuerpos. Si lo ponen en duda…, me pueden explicar cómo se puede colocar un aceite, un ungüento sin tocarse la piel. La mujer comenzó a tocar su cuerpo y, por qué no, disfrutarlo lo que por otro lado tenía prohibido o era tabú. Aprendieron a explorar sus cuerpos y encontraron zonas más sensibles.

El encontrar esas delicadas zonas corporales la mujer debió conocer en qué lugar es donde una caricia, un golpe, una fricción o un apretón le hace sentir excitación. Y eso lo hacía sola o en pareja. Ellas, dadoras innatas, le han enseñado a los hombres ese mundo, claro a veces se encontraron con cada bestia y su lapidario: “Y quién te enseño eso?”, en el mejor de los casos. En el peor, era una vulgar pecadora. Sor Juana Inés de la Cruz lo escribió muchísimo antes y mejor que yo.

Últimamente las mujeres comienzan a tener más libertad para hablar y practicar el sexo, los mitos que existen alrededor de la virginidad están quedando en el pasado –aunque no del todo-.

El autoerotismo y la masturbación -que créanlo amigas, no es pecado y es hasta buenísima para el ejercicio mental a pesar de lo que diga la Santísima- son dos elementos que la mujer puede disponer en practica para conocer los puntos más sensitivos de su piel. Lo más importante es recordar que no es necesario estar desnudas para hacerlo, también a través de la ropa se puede estimular algunas áreas.
No soy un erudito al afirmar que la mujer es muy receptiva, sin embargo en muchas ocasiones por su formación familiar, religiosa y un lamentable elevado etcétera, no se atreve o se deja llevar por sus sentidos y pone barreras para la estimulación. Podríamos decir que prácticamente todo el cuerpo femenino puede ser erógeno.


Amigos, les invito a recorrer ese maravilloso templo.

El rostro: Es un área que debe ser estimulado, recorrerse y conocerse sutil y tiernamente para obtener mejores resultados. Jamás debe olvidarse la nuca, las sienes, los parpados, las mejillas, la zona de las cejas, los bordes de la nariz. Los labios y la boca, estos últimos pueden ser explorados tanto con las yemas de los dedos como por otros labios, nunca olvidemos que los besos es la primera muestra de atracción.

El cabello o mejor dicho, el cuero cabelludo es un lugar que se sensibiliza a cualquier mujer, acariciar su cabello desde la misma raíz, su cabeza, y sobre todo la que está cerca del cuello –justo donde termina la salida del cabello, si no pregúntele a un japonés, esa visión, para ellos, es tremendamente erótica-. Si se tiene el tino de saber estimular esa zona la mujer estallará de placer.

Las orejas son muy sensibles, pero hay que procurar tratarlas con sumo cuidado y suavidad, el oído es muy delicado y un ruido fuerte puede provocar molestia más que excitación. Intercala mordisqueos y succiones en lóbulos.

El cuello es la entrada a la intimidad, es un punto muy estratégico. En el cuello se sabe si nuestra amiga permitirá o no que su cuerpo sea explorado más a fondo. Más claro?

Las extremidades, tanto superiores como inferiores son altamente sensitivas. Comenzando por las axilas –lo más sutil que se pueda- hasta la palma de la mano son lugares ricos en terminaciones nerviosas que los amantes dejan, absurdamente, de lado al igual que los muslos, sobre todo en la parte interior, las pantorrillas y las rodillas. Cuando tengas la opo9rtunidad acaricia con mesura los pies de una mujer, levemente como el aire y luego piérdete en la mirada de ella. Después me cuentas.

La espalda y los hombros femeninos son lugares misteriosos y, sobre todo, enigmáticos. Por qué no un dulce masaje, o los besos tenues, las acaricias, apretones, rasguños, entre otras cosas más pueden resultar muy placenteros para ellas.

De los senos…, qué puedo escribir o explicar, ellos son puntos erógenos en alto grado y desempeñan un papel importante en la vida sexual femenina, succiones, mordiscos, lamidos, pequeños golpes –dulces golpes-, pellizcos –dulces pellizcos- o presiones suaves originan que los pezones se pongan erectos y que la mujer se excite en demasía. Se debe tener sumo cuidado con la estimulación de esta zona, ya que es una de las más frágiles y delicadas de la geografía femenina. Es extraño, los hombres experimentan las mismas sensaciones a ser estimulados, pero el tabú a veces impera en la mente del macho.

El ano es un área prohibida, suele relacionarse con lo sucio, lo asqueroso. Mas sin embargo es un lugar rico en terminaciones nerviosas que lo convierte en un punto clave para la estimulación erótica. Rodeado por las nalgas, las cuales pueden ser estimuladas con roces, caricias, fricciones, golpes, y demás cosas que a la mente se le ocurra. Poner la salchicha entre el pan y no dentro del pan, disculpen lo vulgar pero quería ser gráfico.

El perineo, localizado entre el ano y la vagina, es la zona que convenientemente estimulada provoca en la mujer sienta deseos por no detenerse ante sus instintos sexuales.

La vulva, el límite es el que puedan colocar los amantes. Ésta puede ser erotizada tanto por dedos, labios, lengua, pene, juguetes o algún otro objeto -siempre y cuando la chica esté de acuerdo-

El clítoris, el centro del centro, es quizás la zona sexual más delicada y sensitiva de la mujer, además de que es relativamente sencillo estimularlo, lo cual tiene que ser poco a poco comenzando con una intensidad baja y con algo de lubricación para no provocar roces, hasta que los movimientos puedan irse haciendo más y más rápidos. Al igual que la vulva puede hacerse con la boca, lengua, dedos, pene, etcétera.

La vagina, es cómico pero solo sus primeros cinco centímetros son los únicos que tienen sensibilidad. Una de las discusiones que he tenido con mis amigos “heterosexuales» es el mito del tamaño del pene para hacer sentir una mujer. Una cosa es ver o tener algo 80 centímetros, debe impresionar, sin duda, pero a la final debe ocasionar más dolor que otra cosa. Amigos, no hay que preocuparse por estar bien dotado, sino por saber mover, usar y hacer bien el asunto.
Además, si se busca bien, a través de la vagina se puede localizar el lugar interno más sensible de la mujer, el famoso punto G. Su lugar no es de libro, sólo se consigue con el tacto y la delicadeza de quien lo busca.

Tampoco hay que olvidar zonas del cuerpo femenino como las caderas, ingles, ombligo, zona púdica, el bajo abdomen y la parte inferior de la espalda sin llegar a las nalgas.

Uno, podría aprender todo lo anterior de memoria y convertirse en un amante perfecto, pero nunca se debe olvidar que la excitación femenina es mucho más lenta que la del hombre, así es que las cosas no deben ir tan rápido, ni se debe ser grotesco en los movimientos, caricias y golpeteos, todo debe ir con cierto tempo.


Ya he cumplido con mis amigas y amigos.


Un último punto, y juro que no me creo un especialista en el tema, siempre he dicho, que estar con alguien en intimidad es como bailar sobre la piel del otro. Todo el mundo es un instrumento musical, todo depende de la pieza, de la pericia del intérprete y de las condiciones del instrumento. Es también como oír el Bolero de Ravel -para pecar de poco original- primero lento, casi imperceptible y hasta llegar con la coda final viendo los fuegos artificiales en el horizonte. Su pareja se lo agradecerá.


De ustedes depende, sólo de Ustedes.


marzo 19, 2006

 
Tendría 6 años, poco más, poco menos y me encontraba en la casa de mis padrinos. Al lado de esa casa existía un terreno...


Allí sentí sus manos por primera vez, nunca más volví a ser un niño y el mito de la cigüeña se volvió humo.

Pasaron los meses, años y para mí todo aquello era un juego, verle desnudo, descubrir que su orine era distinto, blanco y espeso. Me besaba, me tocaba, suspiraba, sentirle temblar cuando Él me pedía que le besara entre sus piernas y yo me sentía raro, una extraña marioneta sin voluntad. No entendía y me dejaba llevar a aquel rincón, detrás de los árboles por curiosidad, Él me lo ordenaba…

Algo en mí me decía que no estaba bien, que ESO no era normal. Él era completamente seco y hasta duro conmigo frente a los demás, pero era otro cuando estábamos solos, me cubría con sus brazos, ronroneaba y me decía cosas al oído, se estremecía, se quedaba como sin aire, eso me era extraño.

Un día, de vacaciones, en nuestra casa, descubrí unas cartas en el cuarto de mi hermano mayor. No les di importancia, ya saben los niños no juegan póquer a los 8 años. Tiempo después, las volví a encontrar, mi hermano estaba en la universidad, y me llamó la curiosidad que estaban cara contra cara en el mazo, ocultas tras los libros de su biblioteca. Las tomé y saqué una... Vi a una mujer penetrada por un hombre.

Mis manos comenzaron a temblar, me senté en el suelo, corriendo todo el riesgo que alguien me encontrara allí, viendo todas y cada una de las cosas que los hombres y las mujeres podrían hacer.

Cuanto tiempo pasé allí, no recuerdo, pero lo que nunca olvidaré era esas cartas que coloqué perfectamente alineadas en el suelo, ese temblor en mi cerebro y entender que eso no era un juego. Yo, sólo tenía 9 años!!!

En las fotos no habían hombres con hombres, ni tampoco con niños o niñas y entendí que lo que hacíamos mi padrino y yo era peligroso. Lo que Él me estaba haciendo. Me sentí culpable, me sentí sucio. Quién me podría escuchar, quién me podría ayudar y cómo explicar que, de repente, no quería ir a ver a mis padrinos. Él se dio cuenta que algo me pasaba y comenzó a darme dinero. Allí estaba yo, transformado en ente masturbatorio por unas monedas, comprado su silencio.

Nunca hubo penetración, por lo menos me salvé de ello, pues una vez me introdujo un dedo, grité y él se asustó. Fue su error, desde ese día comencé a sentir asco, asco de su olor, asco de su lengua, asco de sus manos, asco de Él…

Tiempo después Él murió y yo tendría unos 17 años, allí estaban sus hijos –uno sacerdote, el otro militar, la otra médico-, sus nietos, mi madrina desconsolada y media ciudad se paralizó por su muerte. Hombres y mujeres lloraban por esa tragedia. Muchos se preguntaron del por qué de mis no lágrimas y el por qué duré todo el tiempo al lado de tu ataúd firme, serio y en silencio hasta en el cementerio. Mis padres orgullosísimos de su hijo menor, sobre mi madurez ante la irremediable pérdida de mi querido padrino y yo con una tempestad en mi mente.

Uno perdona, uno hasta puede olvidar pero la rabia, la impotencia del no haber podido verle directamente a los ojos y decirle: Basura. Fue y sigue siendo terrible.

Ahora tengo 34 años y, a veces, el miedo viene a mí. Dicen que uno repite lo que le hacen. Confieso tener miedo estar en compañía de los niños, ese es un fantasma, un espanto que anido en mi mente. Mis hermanos no se explican él por qué soy tan arisco con mis sobrinos y los hijos de mis amigos. Ese constante “Y sí yo lo hago lo mismo que me hicieron”, me da terror frío el sólo pensarlo. Esa es mi tortura, ese es mi miedo, esa es mi pesadilla, el del convertirme es un monstruo más.

Siempre me pregunto, por qué demonios existen seres humanos capaces de joderle la vida a un niño, a una niña.

Ya desde adulto, puedo entenderlo, más no comprenderlo. Es ese estúpido "YO inmaduro" buscando el poder con alguien indefenso.

Pero por qué con un niño, por qué destruir sueños, alegrías, inocencias, risas, cuentos...

No tengo hijos, tal vez por ello no quiero tenerlos…

Sólo algunos de mis amigos, los más íntimos, saben de ésta historia y comprenden algunas cosas. Pero todo el mundo, los que no me conoce, siempre me hacen la misma pregunta:


Por qué tienes esa mirada tan triste?

No respondo, quizás es ese niño que aún llora desde muy adentro de mí.


Ahora comparto mi mundo con alguien que me comprende, que a veces lloramos y muchas reímos. Que me da de su calor y que, quizás, entre sus brazos vuelvo hacer aquel niño que se perdió entre aquellos árboles y que con "Lego" jugaba hacer mundos perfectos. Ambos tenemos cicatrices, ambos somos las ovejas más negras de familias respetables, ambos somos -para algunos- unos parias sin rumbo pero que cual Sancho Panza y Don Quijote nos hemos convertidos, la vida es justa, en nuestros mejores amigos, compañeros y amantes.



Este va por ti. Mi niño grande.


Simplemente ERES y tú lo sabes.


marzo 07, 2006

 

Esas zonas erógenas masculinas.



Desde que el mundo es mundo, la sexualidad masculina ha sido considerada en nuestra cultura occidental, como algo íntimamente relacionado con la virilidad y la capacidad de procrear. Sin embargo estas ideas comienzan a cambiar...


Aún ahora existen personas que creen en el mito de que el placer masculino está vinculado exclusivamente a los genitales y a la penetración olvidando el placer que resulta de la estimulación de otras partes del cuerpo altamente sensibles y que podrían ayudar a los hombres a disfrutar de una mejor vida sexual. Los varones, tanto como las mujeres, necesitamos y disfrutamos del juego erótico, ya que mediante este podemos conseguir la estimulación necesaria para tener una erección firme y preparar no sólo al pene, sino también al cuerpo y la mente para el coito. Es por ello que debemos darle especial importancia al reconocimiento, exploración y estimulación (solos o en pareja) de nuestras “Zonas erógenas”; lo cual nos ayudara a gozar de manera más completa de nuestra sexualidad y del placer que nuestro cuerpo puede ofrecernos.


Qué es una zona erógena? Se dice que el órgano sexual más grande que tenemos los seres humanos es la piel porque ciertas partes de nuestra epidermis son altamente sensibles a la estimulación y capaces de producir muchísimo placer. Es a estas áreas a las que se denomina zonas erógenas. Las zonas erógenas son tan sensibles debido a que en ellas existe una red de terminaciones nerviosas que reaccionan ante el estímulo, sobre todo táctil.


Cómo descubrirlas y estimularlas? Debido a la gran diversidad que existe entre los individuos, la exploración y descubrimiento de las zonas erógenas varia de persona a persona; sin embargo es, además de recomendable, riquísimo y delicioso explorar el territorio de cada amante hasta encontrar cada uno de sus puntos más sensibles y explotarlos no sólo en cada encuentro sexual, sino que incorporarlos a la dinámica de pareja. La exploración de las zonas erógenas se pueden realizar tanto solos como en pareja, y podemos hacerlo portando con ropa o sin ella.


Por lo regular el sentido del tacto es el más empleado para dar estimulación a las zonas erógenas; pero cabe recordar que nos podemos auxiliar de los demás sentidos y también, por qué no, de objetos que nos sirvan como juguetes sexuales; recordemos que si nuestra imaginación no tiene límites, nuestra sexualidad tampoco.


A manera de ejemplo podemos decir que algo muy excitante es estimular las zonas erógenas con la boca, lengua, dientes, aliento y labios; además de frotarlas o darles pequeños golpecitos (donde se pueda).


Cuáles son las más comunes? Las zonas más sensibles en la mayoría de los hombres se encuentran básicamente en tres áreas: rostro, tórax y genitales, aunque no deben descartarse tanto las palmas de las manos como las de los pies.


Los labios y la boca son una zona altamente sensible. La mejor estimulación no sólo de los labios sino de la boca es el beso; que por lo regular es la primera expresión de deseo. La boca es la principal zona erógena que se explora al comenzar a conocer e intimar con una persona. Otra de las ventajas de este lugar sensible es su movilidad, porque puede, ya sea al mismo tiempo o no, brindar y recibir placer y estimulación.


El rostro es otra zona donde los varones disfrutamos de los roces y estimulación. La exploración del rostro resulta extremadamente excitante, sobre todo si la estimulación se centra en cuello, orejas y párpados.


La espalda y los hombros son otras dos áreas altamente sensibles que reaccionan a todo tipo de estímulos: cosquillas, masajes, leves rasguños, suaves golpes, fricciones, etcétera. El pecho y pezones masculinos son puntos erógenos altamente sensibles, capaces de producir un placer intenso al ser succionados, frotados, acariciados o pellizcados.


Por otra parte, casi todas las personas sienten placer cuando sus nalgas son acariciadas. Esta es una región a la que los varones no le damos gran importancia puesto que solemos relacionarla, equivocadamente, con pasividad y feminización por eso resulta preciso que dejemos de lado los estigmas para que disfrutemos toda la capacidad de sentir placer que tiene nuestro cuerpo.


El ano es otra de las regiones que muchos hombres consideramos intocables, ya que la asociamos con la homosexualidad pasiva. En el ano existe una infinidad de terminaciones nerviosas, inclusive algunas personas lo consideran como la parte más sensible del cuerpo humano. Y es por esa zona, por donde se puede estimular el famoso y mal llamado punto G masculino, que en realidad se llama punto E. Este punto suele estar ubicado hacia la parte media del recto, en donde la pared rectal se encuentra en contacto con la próstata y puede ser estimulado usando los dedos o a través de la penetración. Claro que para ello es preciso estimular previamente el ano de modo que se produzca la relajación del esfínter y la introducción (del dedo, el pene u otro objeto) no resulte dolorosa. Usar algún tipo de lubricante resulta muy recomendable.


Si recibe un adecuado masaje, la próstata incita al orgasmo. Sin embargo, el hombre no puede estimularse a sí mismo tan fácilmente, ya que el punto E está dentro del recto, por lo tanto será necesaria alguna colaboración. Qué tan abierto pueden ser los hombres heterosexuales en disfrutar ésta experiencia sin dudar de su hombría?


La parte de nuestro cuerpo que la mayoría de hombres consideramos más importante para el placer es la zona genital, ya que ésta suele responder rápidamente al más ligero roce, incluso hasta a las fantasías que a veces crea nuestra imaginación. En ella encontramos varias zonas erógenas que debemos explorar con calma, curiosidad y delicadeza.


El perineo es la parte situada entre el ano y los testículos y resulta ser extremadamente sensible a las caricias (sobre todo de las uñas), una adecuada caricia en esa zona provoca una excelente erección y un mejor orgasmo.


Los testículos son extremadamente sensibles al tacto, la desventaja es que debido a esta sensibilidad el placer puede transformarse fácilmente en dolor, por lo que debemos acariciarlos, chuparlos o lo que se nos ocurra en ese momento con delicadeza. El pene es donde el placer puede concentrarse con mayor intensidad. Toda la extensión del pene es muy sensible; pero la región que tiene mayor cantidad de terminaciones nerviosas y por tanto resulta ser la más sensible es el glande, en especial la corona, el frenillo y el orificio de salida.


Empecemos pues a romper con las represiones que limitan nuestra capacidad de dar y recibir placer. En una relación sexual entre dos adultos todo debería ser más fácil e intenso, ya que los dos conocemos muy bien el cuerpo del otro. Exploremos el cuerpo de nuestra pareja, dejémoslo explorar el nuestro y así mejoraremos sustancialmente el placer de estar juntos.


A mis amigas les debo el post de Zonas erógenas femeninas y espero no tardar tanto en redactarlo.

NOTA: La foto del pecho es de mi niño grande



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